viernes, 27 de diciembre de 2013

COINCIDENCIAS... QUÉ OTRA COSA IBA A SER?




La mayoría de los días del año son intranscendentes. Comienzan y terminan sin que suceda algo memorable. La mayoría de los días no tienen impacto en el transcurso de una vida.

No le puedes atribuir un significado cósmico a un evento terrenal. Coincidencia, eso es lo que siempre es, nada más que una simple coincidencia...

Tener guardia el 18 de Diciembre, que suene el busca 216 por una hemoglobina de 6.4 y que haya un digestivo de guardia, no es más que una coincidencia. Que se trate de una hematemesis y que te llamen para hacer una gastroscopia intraoperatoria sigue siendo coincidencia.

Que hayas empalmado primer turno (sí, en quirófano, intentado mantener viva a la hija del paciente que esta ingresado en una de tus camas) con segundo turno, tras haber conseguido que se le coloque un balón de Sengstaken y ganarle al menos unas horas a la muerte, es coincidencia

Que al menos en tu guardia, el desenlace "fatal" que crees que va a ser, no sea; porque sabes que te irías con muy mal cuerpo a casa, es coincidencia.

Que a pesar de que las noticias no son buenas, podrían ser peores. Que sí, que sabes que está con un pie aquí y otro allí; pero al menos puedes decir a la familia que "está estable" (pura coincidencia). Bendito adjetivo, estable, que dice tanto y tan poco al mismo tiempo.

Que la hija de la que acabas de conseguir estabilizar y nieta del paciente que está en tus camas, esté embarazada y se sincope en medio de la sala de información al lado de los quirófanos, es coincidencia; pero más aún es que casualmente lleves unos guantes en el bolsillo derecho del pijama y le des uno para que respire con él y deje de hiperventilar. 

Que cuando tu compañero, residente de Neumología, entra por la puerta a dejarte los buscas y te llamen por una saturación de 75% de su planta, es coincidencia (No podría haber sido 5 minutos antes, cuando el residente de Neumo era el que llevaba los buscas... Eso hubiese sido suerte

Subir a la habitación, entrar sin leer la historia porque quieres echar un ojo al paciente lo primero de todo y reconocer esa mirada, es coincidencia.

Leer la historia, ver que ya lo estabilizaste una vez en el vital y que firmaste su ingreso, es coincidencia.

Que con seguril, solinitrina, corticoide, extra de oxígeno y una mirada de complicidad puedas subir a la mañana siguiente y te salude con un gesto de complicidad, te de las gracias y te desee "feliz navidad" es coincidencia.

Que hagáis un amigo invisible y tu regalo te lo de alguien especial es coincidencia


¿Y qué es la vida si no, como ya he mencionado en otras ocasiones, un cúmulo de coincidencias y casualidades?...



De lo poco que sé sobre ella te diré que hay que hacer que merezca la pena, que es muy corta y que tienes que vivirla intensamente. 


No te des mal por el futuro ni te castigues por tus elecciones del pasado, a fin de cuentas siempre hay que optar por una cosa u otra, y lo que elijas se verá influenciado por las casualidades que surjan en cada momento.




Acéptate tal y cómo eres. Aunque ahora no te des cuenta eres único, irrepetible, intransferible. Y sí, vales más de lo que jamás habrías imaginado.


Aprende a crear tu propio color. No pienses que todo es negro, pero tampoco de color de rosa. Todo tiene matices, y debes construir tu color.


Aprende a pasar página. Unos van y otros nuevos llegan. Aprende  a mantener en tu historia a unos pocos escogidos que de vez en cuándo te recuerden quién eres en realidad. Serán tu tesoro, tu planta a la que regar cada día. No los descuides.


Sal a la calle. Viaja. Vive en otros lugares. No seas perezoso, no te acostumbres a lo que conoces y enriquécete. Aprende que lo posible que se consigue y lo imposible se intenta. Esfuérzate y haz que cada día merezca la pena.


Escucha, intenta entender las opiniones de los demás y ten la tuya propia.


Fallarás una y otra vez, pero pronto te darás cuenta que después de la tormenta llega la calma y que antes de ver el arco iris tienes que mojarte.


Descubre el aroma de los pequeños detalles, descúbrete a ti mismo.




Ríe, llora y sueña despierto... Pero no te olvides de vivir y poner los pies en el suelo de vez en cuándo.

Equivócate y aprende. Cae al suelo pero vuélvete a levantar.


Estudia, aprende, sé todo lo bueno que puedas llegar a ser. Se la versión mejorada de ti mismo, la 2.0.

Si no te gusta tu trabajo, cambiálo. A fin de cuentas es una de las partes de nuestra vida que más tiempo nos ocupa. Enamórate de lo que hagas.

Nunca es demasiado tarde ni demasiado pronto para ser quién quieras ser. Vive una vida de la que te sientas orgulloso, se el protagonista de la mejor película... Y si crees que algo deberías cambiar, hazlo.



Acuéstate cada día habiendo aprendido algo nuevo. Nunca pierdas la ilusión por hacer que cada día sea extraordinario.

Es posible que no hayas entendido nada de lo que te he dicho, pero no te preocupes. Lo único que realmente quiero decirte que es que estás aquí por casualidad, y aunque pases momentos en que no lo creas, hay muchísimas razones para vivir la vida y no para dejarla pasar.

Sé que llegarás lejos y sabrás ver el lado bueno de las casualidades.












SAL CON UNA CHICA QUE LEE

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“Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.
Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.
Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.
Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.
Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.
Por lo menos tiene que intentarlo.
Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.
Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.
¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela.
Si te llegas a encontrar una chica que lee manténla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.
Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.
Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.
Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.
O mejor aún, a una que escriba.
-Rosemary Uquico-

jueves, 12 de diciembre de 2013

HOY TE TOCA SER FELIZ

No me gusta la Navidad. Nunca me ha gustado, al menos desde que tengo recuerdo. Me pone triste... Sin embargo este año me he propuesto transformar el mes de Diciembre en un mes que me guste, que me haga sentir bien, que sea diferente al resto... He pensado en las cosas que me hacen sentir bien, que me dibujan una sonrisa favoreciendo mucho más que cualquier pintalabios y me cambian de humor.



El frío en mis mejillas. Coger a mi pequeño "4x4" para ir a trabajar. Tener parking lo más cerca posible del hospital. El borreguillo caliente de los guantes. 



Un café por la mañana, sabor avellana; mitad dulce, mitad amargo. Kiwi y su ruido cuando come pipas. Una canción; ésa canción. Una ducha muy muy caliente y que se empañe el espejo. 




Un día especial. Un corte de pelo con Álex. Macarrones gratinados de mamá. Castañas, crujientes y muy calientes. Regalarle a mi abuela su flor favorita, una Anastasia.


Revisar tu correo postal y encontrar una postal de alguien que aprecias muchísimo. Que la que fue tu mejor amiga vuelva de Londres, para quedarse, para volver a tu historia. Un chocolate con churros con amigas, con alguien especial. Un chiste. El ruido de las páginas del periódico al pasarlas. Encontrarte el jardín nevado cuando te asomas por la ventana por la mañana. Un mensaje de alguien especial. 


La noche del 24 de Diciembre de guardia, pero mejor si es con alguien especial (Una pena que este año no esté...) Que tu padre, a pesar de todo te diga "vas a ser una excelente médico". 


Un e-mail con perspectivas de ver un sueño cumplido. Un abrazo. Una caricia. Una sonrisa. Una mirada. Un "muchas gracias". Un guiño. Recuerdos de las noches de verano. Hacer un regalo.



Quitarte las botas de esquiar. Beber agua cuando tienes mucha mucha sed. Cosquillas. Releer cartas viejas. Pensar en alguien con nostalgia. La sobremesa. Estrenar ese vestido que tanto te gusta. Cervezas con amigos. Tapear debajo de casa. Con quién la persona que te completa, en nuestro rincón, el Rincón del Tubo. Un paseo. Ir de la mano. 



Un día en alta mar, sóla con el silencio y el agua. Sin ruidos alrededor. Una fotografía. Un amigo invisible. Que te digan "Lo del argón se te da muy bien" y te llamen "Miss argón". Que ese paciente te agarre de la mano y baste una mirada para entenderos... Que aunque aún no te hayas dado cuenta, él no se va a olvidar de tí, nunca. Que te pare por la calle un desconocido y te de las gracias. 



Fotos antiguas. Una sorpresa. Comerme una Crêppe de chocolate sin remordimientos. Poner la música a todo volumen mientras vas camino del trabajo, así seguro que te despiertas. Un "te quiero", un "te echo de menos" y un "conseguirás lo que te propongas". 



Una película de Woody Allen. Palomitas. Saber que ha sido una noche muy buena y recenar cuando llegas a casa. Pizzas de Alberto, para chuparse los dedos. Una comida con tu R mayor. Un baño en alta mar. Que te toque el trozo más grande de la tarta.


Asomarte por la ventana del despacho y ver la noria a pesar de la niebla. Olor a chocolate. Un beso robado. Poder arreglar los errores que has cometido. Atreverse. Dar el paso. Cambiar aquello que quieres cambiar. Conseguir algo que te hacía mucha ilusión. Ver el comienzo de algo que pensabas que no iba a llegar. 


Recibir una carta escrita a mano. Que te regalen una rosa, amarilla. Sentarte al lado de quién más te apetece en la cena de empresa. Reunión con viejas amigas después de mucho tiempo. Una cena "cardiorresistente". Un Brownie. Saber que este va a ser su año, por fin va a coger la especialidad que quiere. Estar ahí esperándola con un ramo de flores.



 Un video. Hacer el vídeo de tus mayores. Participar en un vídeo de alguien especial. Una llamada. Confesiones de una amiga. Darte cuenta de que algunas de esas personas que se han incorporado hace no mucho a tu historia siguen ahí, no se han marchado y parece que quieren quedarse. Reunión en familia. Una broma de tu hermano. Una cafetería especial acompañada de maíces y 2 cervezas. Las uvas, pero que nadie se atragante (o sí, así practico). Una puesta de sol. Complicidad. Ilusión. Un abrazo muy fuerte. Una copa. Sincerarte, que se sinceren contigo. Escuchar eso que tanta ilusión te hace. Taparte con el plumas hasta la cabeza, cerrar los ojos y soñar. Intentar que tu sueño se haga realidad.


domingo, 27 de octubre de 2013

SÍNDROME DE LOS VEINTIMUCHOS CASI TREINTA















Ayer estuve tomando un Brokmans en buena compañía, con 2 personas de esas que ya comenté en una de las entradas de mi blog, de esas que a pesar de que han entrado en tu vida relativamente hace poco, quieres que permanezcan en tu historia, de esas que cierras los ojos y deseas profundamente que se queden. 

Salía de guardia, una guardia agotadora que como dice Alberto (gran persona, compañero y amigo que quiero se quede en mi historia) será que me hago mayor, será que el sofá de la urgencia a las cuatro de la mañana me resulta casi tan cómodo como mi cama y la tensión de estar de guardia no interfiere para nada con mis ganas de dormir... 

Comida familiar y siesta, una siesta larguísima... pero lo cierto es que lo necesitaba.

Habíamos quedado a las ocho y media, y yo como siempre iba a llegar tarde (No me lo tengáis en cuenta... espero cambiar algún día en ese tema..) Y sí, llegué tarde pero encantada de que estuvieseis allí con esa sonrisa que tenéis.

La cena fue estupenda, llevábamos bastante tiempo sin quedar y os echaba de menos. Porque sí, dicen que la amistad hay que regarla, y cuanta razón. Lo que pasa es que los amigos de verdad son esos que aunque a veces te olvides de regarlos, el día que lo haces beben esa agua como si no hubiese un mañana y están contigo como siempre, como si nada hubiese cambiado. (Me doy cuenta de que ahora toca regar a unos cuantos que han estado a mi lado en mis peores momentos... Chicos, preparaos para un buen "riego" no dentro de mucho)

Y momento Gin tonic. Muchas risas y muchas cosas de las que hablar. Faltábais unas cuantas en la reunión, pero habrá más. Dijimos de hacerla semanal, tenemos que seguir intentándolo chicas, que de verdad que es una de las mejores terapias de la vida.


Entre copa y copa y alguna que otra historia recapacité sobre todo lo vivido hasta ahora. Ya no tenemos dieciséis años, los días y las horas se nos escurren entre los dedos, y sí, como dice Alberto; nos hacemos "mayores"...

Crisis de los veintitantos, crisis del primer cuarto de vida... varios nombres para un mismo síndrome cuya cura aún no se ha descubierto...


Te das cuenta de que tus amigos los puedes contar con los dedos de las dos manos (si te descuidas quizás de una sola mano). Personas que pensabas que se quedarían en tu historia se han ido, pero no hay mal que por bien no venga, porque las que de verdad tenían que quedarse siguen estando y las que se han ido han hecho sitio a otras nuevas que has conocido hace poco pero que han pasado tantas horas contigo, tantos momentos buenos y malos y te han ayudado cuando más lo has necesitado; que se han convertido en personas clave que quieres que se queden en tu historia. 

Por fin entiendes que la amistad (como la mayoría de las cosas de la vida) no es una cuestión de tiempo sino de calidad. Descubres que algunos de los que tú pensabas que eran tus amigos de siempre no lo son y comprendes que debes prestar más atención a nuevas personas que se han incorporado hace poco a tu mundo.

Ríes con más ganas, te repites una y otra vez que tienes que disfrutar cada segundo de tu vida porque el día menos pensado puede suceder algo que le de un giro de 180º a tu vida. Y esas cosas que te cambian el rumbo son las que suceden una tarde de martes cualquiera, a una hora cualquiera, en tu lugar de siempre.

Lloras sin lágrimas de cocodrilo, pero con más dolor. Perdonas pero no olvidas (aunque querrías olvidar, pero no sabes cómo...), descubres que por mucho que la gente te diga que el tiempo lo cura todo no es así, sino que alarga la agonía y de vez en cuando te recuerda aquello que te marcó para siempre como si hubiese sucedido ayer.

Te das cuenta de que los tiempos no existen y que tarde o temprano tienes que tomar una decisión. 
No te critiques demasiado a ti mismo por las decisiones que tomes, pero tampoco te enorgullezcas excesivamente. Todos optamos por un camino u otro, como el resto del mundo.

Has aprendido a valorar los detalles que marcan la diferencia, que diferencian a ciertas personas de la multitud y que hacen que ciertos lugares y momentos sean únicos e inolvidables.


Descubres que la confianza se siembra, se cultiva y se recoge; que no todo el mundo te la da ni todo el mundo se la merece. Hay que saber mantenerla. Es para alguien especial, no para todos. No se regala, y cuando se pierde es muy muy complicado recuperarla. 

Te rompieron el corazón en mil pedazos y por mucho que intentes comprenderlo no entiendes por qué alguien que significaba tanto pudo hacerte tanto daño. No das con la fórmula que lo explica por mucho que consultes noche tras noche con la almohada.

Los ligues y las citas de una noche ni si quiera te parecen divertidos. Los ves absurdos y vacíos. 

Cada vez resulta más complicado conocer a personas lo suficientemente interesantes como para querer conocerlas y que pasen a formar parte de tu historia, de una manera u otra.

Salir todos los fines de semana resulta agotador. Hacer botellón no está en tus planes. Donde esté un buen Gin Tonic en vaso de balón con hielo y azúcar de colores en el reborde, que se quite lo demás. Y si la compañía es tan buena como la de ayer, diez euros y medio pueden incluso parecerte baratos.

Sigues buscándote a ti mismo, porque la verdad es que llevas una temporada en la que te sientes perdido, sin saber lo que quieres y lo que no. Tu mejor amiga se casa y tú sin embargo sigues intentando saber quién eres.

Tus opiniones son más fuertes y más sólidas porque están mucho más meditadas.

Te has vuelto más observador y de repente te encuentras criticando y juzgando a personas y las cosas que hacen, cuando antes ni te lo habrías planteado; porque en tu vida ya han pasado suficientes cosas como para que tengas una escala de valores más o menos consistente. A fin de cuentas, ya has vivido un cuarto de tu vida, señorit@...

A veces te sientes con ganas de comerte el mundo de un sólo bocado, otras te sientes más perdido que nunca sin saber hacia dónde ir y tratas de aferrarte al pasado, que es lo que conoces, y tienes miedo de mirar al futuro y salir de tu zona de confort. Sin embargo cierras los ojos y haces un esfuerzo por vivir el presente que nuevamente será lo que te acompañe en el futuro... El problema es que sabes que es un presente incierto y lleno de dudas, pero también sabes que tienes que saltar fuera de tu zona de confort porque es allí donde suceden las cosas mágicas.

Algunos miembros de tu familia te ven con otros ojos. Has pasado por circunstancias que te han hecho enfrentarte a ellos aún sabiendo que si el resultado era malo te lo reprocharían toda la vida. Sin embargo a día de hoy te das cuenta de que ha merecido la pena, esas personas que se pusieron en medio ahora resulta que, aunque con cierto recelo, te admiran. Y sí, qué coño, gracias a ti alguien sigue sonriendo y saliendo a tomarse un café todas las mañanas. 

En tu trabajo y en tu día a día en general, harás cosas buenas y malas, pero has aprendido de sobra que sin arriesgar no se gana y que hay que intentarlo, que a eso te dedicas. Has aprendido a vivir con la incertidumbre y a veces hay que jugársela aunque no tengas un as debajo de la manga.

27 años. Ya no eres un estudiante de Medicina, eres médico y tratas con vidas de personas. No siempre curas, a veces haces que lo que les queda de tiempo sea más agradable, más llevadero... Ese libro, de tapas amarillas, sé que le hará ilusión. 



Esa es tu profesión y también has aprendido que la gente que no está en ese mundo de horas sin dormir, de horas con compañeros que después de tres años se han convertido en mucho más que compañeros, de risas y lloros y de disgustos que te llevas a tu casa; no lo entienden ni lo entenderán por mucho que trates de explicárselo. No sigas intentándolo, ya te has dado cuenta que no merece la pena insistir! No entenderán que para ti no es sólo un trabajo, que es una forma de vida, y que si la chica de 45 años de la habitación 914 se ahoga a las tres de la tarde te vas a quedar hasta las seis si hace falta aunque esas horas no te las paguen... Eso es imposible que lo entiendan, así que por favor, no sigas intentándolo. 

Los veintitantos... Un momento de tránsito que parece inestable, inseguro; un mar de dudas. Y al mismo tiempo te has acostumbrado a oír que será la mejor época de nuestras vidas, el comienzo de lo que va a ser nuestra historia, la base y los cimientos de todo lo que viene después. Así que sé exigente, no te conformes con cualquier cosa.

A todos nos gustaría volver a los quince o dieciséis años alguna vez, sin embargo sabes que algunas de las personas más importantes de tu vida las has conocido con veintitantos...

Es un momento de cambio, de cosas nuevas por conocer y de arriesgar. A veces nos empeñamos en construir muros a modo de burbuja protectora aún sabiendo que las vistas al otro lado son maravillosas.



Tengo 27 años, sé que muchos de vosotros os sentiréis identificados con parte de las cosas que he escrito (y algunos treinta-añeros también, que no hay tanta diferencia) y estoy empezando a entender de qué va esto llamado vida.

A vosotros (que ya sabéis quiénes sois) gracias por formar parte de mi historia y por contribuir a que los veintitantos estén siendo una época para no olvidar.

sábado, 17 de agosto de 2013

¿SABES LO QUE QUIERO?

¿Sabes lo que quiero?


Alguien que cuándo me vea llorar tenga siempre la receta a mano para hacerme sonreír.
Alguien que pinte de mil colores mis días malos y los convierta en buenos.
Alguien que cuando me sienta perdida me lleve a casa en brazos.
Que se quiera perder conmigo aún sabiendo que me pierdo entre puzzles sin sentido.
Que me quite a besos el maquillaje y me diga que así estoy más guapa.
Que si se pone animal sea solo en la cama y me mate a besos por la mañana.  
Que saque la espada y me defienda de arpías, lagartas y putas.
Que no se enfade si no me entiende.
Que me haga mapas, groguis y mil esquemas aún sabiendo que me seguiré desorientando siempre.
Que me saque la lengua cuándo me ponga tonta y me haga enmudecer.
Que si mira a otra, luego me guiñe un ojo y se ría de mis celos de hojalata.
Alguien que no sepa ir conmigo por la calle sin cogerme de la mano.
Que no me compre con vestidos, viajes o anillos; pero que tenga mil detalles de papel.
Alguien que de vez en cuando me persiga por los bares y decida conocerme otra vez.
Que me mire, lo mire y no haga falta cruzar una sola palabra.
Alguien que esté loco por mi y que no se olvide en sus noches locas y me lo recuerde en los días de resaca.
Alguien que no se acostumbre a mí ni deje de inventar nombres nuevos para despertarme.
Que no dé por hecho que siempre voy a estar ahí y al mismo tiempo que no lo dude.
Que no me haga sufrir porque sí, pero que no me venda amor eterno manoseado.
Alguien que no tenga que perderme para darse cuenta de que ya me ha encontrado.

miércoles, 31 de julio de 2013

OTRO PUNTO DE VISTA

Cuando lo has intentado todo pero ese dolor de cabeza no se va, no puedes parar de toser y te duele la garganta porque la inflamación no baja, es entonces cuando recurres a un profesional.

Como médicos nos pasamos años desarrollando habilidades de percepción que nos permiten saber exactamente cuál es el problema. Lo que sucede es que a veces, todo el tiempo empleado en desarrollar esas habilidades puede dejarte con un punto de vista extremadamente cerrado... ¿Y cómo se supone que puedes discutir con alguien que tiene la ciencia, la estadística y el razonamiento lógico de su parte?

Descubrir que habías estado todo el tiempo mirando las cosas del modo equivocado es una liberación. Y de repente ves un nuevo potencial, nuevas posibilidades donde nunca antes habías visto... Y así una situación que parecía desesperante se vuelve fácil, asequible, reversible; de repente te parece que está bien.






viernes, 19 de julio de 2013

UN LATIDO, UN SEGUNDO QUE VIVES, UN SEGUNDO QUE SE VA.



Un latido, un segundo, un instante, un suspiro, nada y todo al mismo tiempo... 

Me alegro de que tú formes parte de mi vida, de que bucees por mi mundo, me alegro porque después de un tiempo de conocernos parece que sigues ahí, que no me he llevado una decepción contigo y que de una manera u otra ocupas un lugar importante en mi historia...


A veces la gente nos decepciona, de hecho, la mayoría de las veces... Así que aprendes a desconfiar, te obligas a ti mismo a que cada nuevo individuo que se cruce en tu historia tenga que demostrarte que merece la pena seguir en tu vida, que es alguien que quieres mantener a tu lado. 


Son muchas las personas que pasan por tu vida, muchos los nombres, muchas las miradas que pensabas que seguirían estando al cabo de los años... Y sin embargo aquí estás, tratando de entender por qué aquella mirada marrón con flequillo rubio ladeado se alejó un día sin dar explicación; tratas de entender por qué aquella amiga con la que habías compartido tantos momentos, buenos y malos; decide un buen día darte la espalda. Sencillamente intentas dar un enfoque lógico diciendo que quizás no merecía la pena tanto como tú pensabas, que nunca lo había merecido, que en el fondo no le importabas y era sólo una apariencia...


Hoy, crees que sabes casi con total seguridad que esos amigos que conociste al empezar la facultad, esos que en principio nada tenían que ver contigo; se van a quedar. Y se quedarán porque unos más que otros, pero se podría decir que todos; te han demostrado que merecen la pena. Ha pasado ya casi una década y la mirada de complicidad sigue estando, así que sí, deseas con todas tus fuerzas que se queden.


Pero a parte de esos pocos, que se pueden contar con los dedos de una mano, están esos que han compartido contigo tus inseguridades cuando empezaste a trabajar, esos que cuando sonaba el busca a las 5 de la mañana siendo R1 se ofrecían a acompañarte a hacer ese aviso... Ese adjunto que te lleva el busca un rato en año nuevo para que tengas un ratito para compensar las pocas horas de sueño que arrastras de la noche anterior... 


Después de 2 años sabes que de todos esos; unos cuantos son más que compañeros... Sabes que si tienes un mal día te van a invitar a un kit kat de la máquina (porque sí, saben que te vuelve loca el chocolate antes de dormir, sobre todo si la guardia ha sido mala), sabes que te van a dejar elegir turno porque tú eres la pringada que no vas a librar al día siguiente, y sabes que si al final es a sorteo porque los demás así lo han querido, esa persona se ofrecerá a cambiártelo por el suyo. Sabes que si necesitas algo en un momento peliagudo, una mirada basta... Sabes que no vas a estar sola (da igual la hora que sea, siempre siempre estará disponible). 


Cuando el día ha sido horrible y la has cagado o sencillamente era lo que tenía que pasar pero te empeñas en culparte y pensar en el famoso "y si hubiese caído... y si hubiese hecho esto antes...", sin que tú digas nada esa persona que lleva todo el día pululando contigo y que te guste o no y por mucho que lo hayas intentado disimular te "ha notado rara", se acercará, se sentará a tu lado y te llevará un café de avellana. No hace falta que os digáis nada porque sencillamente te entiende. 


Supongo que la gente que no tiene nada que ver con este mundo llamado hospital, llamado residencia, turnos de 24h, y vidas de verdad; no llegarán a entender nunca la complicidad que existe entre nosotros, no entenderán que prefieras estar de guardia con unos que con otros, no entenderán que sencillamente se hayan convertido en mucho más que compañeros de trabajo en mucho menos tiempo que otras personas (que en realidad si en lugar de medir el tiempo por días o años, lo midiésemos por horas juntos, estoy convencida de que superarían a unos cuantos que se supone que conoces hace muuuucho más tiempo...)


Así que sí, gracias por seguir ahí, gracias por hacerme creer que dentro de unos años, cuando vuelva la mirada atrás, estarás ahí y podré seguir contando contigo por mucho que nuestros caminos se hayan separado. Ojalá no me equivoque contigo, y te aseguro que si estás leyendo esta entrada y no la has encontrado por azar, entonces eres para mi alguien muy especial.


Buenas noches. Mañana será uno de esos días de guardia en las que tendré la suerte de estar con dos personas que en "poco" tiempo se han convertido en amigos creo que de los de verdad con los que espero no decepcionarme porque sinceramente les tengo mucho mucho cariño...


¿Has pensado alguna vez todo lo que puede contener un sólo latido?... Un latido, un segundo... No es nada y al mismo tiempo lo es todo... Mientras vivas siempre hay un latido.

domingo, 14 de abril de 2013

UN CAFÉ DESCAFEINADO...

Y allí estaba, sentada frente al ordenador sin saber muy bien que hacer, escuchando la música de la calle que atravesaba forzosamente los cristales del balcón.
Se preparó un café descafeinado con mucha espuma e intentó organizar su día, sensación por sensación, momento por momento...

"Numeritis", así es como le llaman los residentes a la sensación de angustia que genera el haber obtenido un buen número en el examen MIR y obligarte inconscientemente a elegir una especialidad "de las buenas"... ¿Cómo vas a dejar pasar la oportunidad de hacer Cardiología en el Hospital de la Paz, neurocirugía o dermatología?... Has sacado un buen número, no te conformes con ser Médico de Familia o Internista... Mejor hacer una quirúrgica!! Da igual que nunca te haya gustado estar bajo el calor insoportable de los focos del quirófano o que te marees con la sangre... Tienes buen número, no basta con hacer lo que te guste.

Hoy Sofía había descubierto que ese síntoma, síndrome o problema parece ser que no sólo lo tienen los residentes; sino también los jefes de servicio. 
Hoy su jefe la había menospreciado, a ella y a su coR (compañera de año de residencia que elige tu misma especialidad). Eran buenas residentes, se esforzaban y hacían bien su trabajo. Eso para su jefe no era suficiente. Si tu número es "normal" y por normal entiéndase entre los 3000 primeros en lugar de entre los 100 primeros, entonces para el "Gran jefe" eres un residente mediocre que no merece ser tenido en cuenta en muchas de las cosas que se llevan a cabo en el Servicio.

21.30h pm. Parecía que la urgencia iba a estar tranquila, había partido de fútbol. Y así fue, estuvo tranquila pero los que vinieron estaban malos de verdad. 

Sofía ya había solucionado el problema con la abuelita cuyo tratamiento había sido prestarle un poco de su atención, regalarle 10 minutos de su día y decirle lo guapa que estaba. Había ingresado a Adrían, un chaval de 24 años en la planta de Infecciosas por sospecha de mononucleosis habiendo soportado la ignorancia de su novia que se negaba a creer que pudiese ser esa entidad ya que "ella no tenía la enfermedad del beso y su novio no le podía haber puesto los cuernos". También solucinó la insuficiencia cardiaca del turno, la neumonía del abuelito que poca solución tenía (salvo esperar el pronóstico fatal ingresado en la planta) y sólo estaba pendiente de unos resultados de un paciente de 59 años que había venido por dolor de cabeza. 

Era hora de cenar... En urgencias el tiempo es oro, si tienes tiempo en ese instante tienes que ir a cenar. Puede que ya no vuelvas a tener ese ratito en toda la guardia...

Se dirigió al ascensor junto con sus otros compañeros de guardia y se cruzó con su paciente 
- Dra... Van a tardar mucho los resultados?. Es que me sigue doliendo, tengo naúseas y no consigo ver las cosas con claridad.-

Sofía miró el ascensor y a sus compañeros y decidió dar media vuelta... Sólo era un paciente más. Si lo resolvía podría ir a cenar "limpia" para el siguiente turno.

No era lo que esperaba encontrarse, no era una simple migraña. Los resultados no mienten... El TC mostraba una inmensa masa que ocupaba prácticamente la totalidad del hemisferio derecho del cerebro... esa era la responsable de ese inmenso dolor de cabeza, de las náuseas, de la visión borrosa. Ahí no acababa la cosa... La Rx tórax que Sofía había pedido por protocolo tampoco estaba limpia. Había una masa también en el pulmón. 

Manuel había venido por tercera vez consecutiva en 15 días por dolor de cabeza. Había dejado de fumar su paquete diario desde hacia 8 años. Iba a ser abuelo.

No había vuelta atrás, no era de aquellos casos dudosos. Esta vez las pruebas confirmaban que Manuel tenía una masa pulmonar que se había extendido a la cabeza. Sofía sabía que en cuanto saliese del despacho y se dirigiese a Manuel iba a sentenciarle para siempre. No se lo esperaba. Sí, era residente de segundo año, se suponía que a estas alturas ya estaba acostumbrada a dar malas noticias. Se supone que los médicos son inmunes a las malas noticias. Se supone que hasta hacen bromas sobre la muerte. Se supone... 

Sofía cogió aire fuertemente. De repente ya no tenía ganas de ir a cenar. Salió por la puerta de pediatría para evitar encontrarse con los pacientes del área de medicina interna, para evitar encontrarse con Manuel y con su esposa.

Sacó 60 céntimos del bolsillo del pijama y los echó a la máquina de cafés. Esta vez tuvo suerte, seguía quedando su café preferido. Lo agarró con ganas y salió a la calle unos minutos. 

Era primavera, la luna estaba llena y allí todo estaba silencioso. Tomó un sorbo de aquel café, sabor avellana. Le dio un par de vueltas con el palito de plástico, tomo otro sorbo y volvió a coger aire con fuerza ansiando respirar vida...

Ya eran las 22.30h de la noche. Sofía sabía que en el momento en que atravesase las puertas de la urgencia, la vida de Manuel cambiaría para siempre. 

- Manuel... Ya han salido los resultados.-
- Dígame, doctora; ¿Sólo era un dolor de cabeza más fuerte de los habituales, verdad? ¿Podré marcharme pronto?- 
- Manuel, tiene usted unos ojos verdes muy bonitos, llenos de vida... ¿Nunca se lo han dicho?.-

Buena suerte, señor de ojos verdes...

Dicen que a todo te acostumbras. 

Quizás, algún día Sofía pueda acostumbrarse al abrazo cálido que te da una esposa después de que sentencies el futuro de su marido, a ver unos ojos verdes llorar, a pactar un acuerdo con la muerte.

La guardia fue mala. Mañana será otro día.

Sofía vale, y mucho. Quizás su jefe se de cuenta algún día.

Café, sabor avellana, mezcla de dulce y amargo.

lunes, 18 de marzo de 2013

¿QUÉ QUIERES SER EN LA VIDA?

Se suele creer que el pensamiento positivo ayuda a llevar una vida más feliz. De pequeños nos decían que sonriéramos y que pusiéramos cara de estar contentos. De mayores nos dicen que miremos el lado positivo, que no hay mal que por bien no venga y que el vaso está medio lleno. A veces la realidad irrumpe y te impide comportarte como si fueras feliz...

La salud te puede fallar, tu pareja te puede engañar, tus amigos pueden defraudarte... En esos momentos sólo quieres aceptar la realidad, olvidar las apariencias y ser tú mismo, asustado e infeliz. 

¿Qué quieres ser en la vida?...  Feliz. 
Pero quizás sea esa expectativa lo que nos impide llegar a serlo, quizás cuánto más intentemos obligarnos a ser felices, más confundidos estemos... hasta que no nos reconocemos... 

En vez de eso, seguimos sonriendo e intentamos ser esas personas felices que quisiéramos ser, hasta que nos damos cuenta de que lo hemos tenido delante, ni en nuestros sueños ni en nuestras esperanzas, sino en lo que nos hace sentir cómodos; en lo que conocemos.