viernes, 27 de diciembre de 2013

COINCIDENCIAS... QUÉ OTRA COSA IBA A SER?




La mayoría de los días del año son intranscendentes. Comienzan y terminan sin que suceda algo memorable. La mayoría de los días no tienen impacto en el transcurso de una vida.

No le puedes atribuir un significado cósmico a un evento terrenal. Coincidencia, eso es lo que siempre es, nada más que una simple coincidencia...

Tener guardia el 18 de Diciembre, que suene el busca 216 por una hemoglobina de 6.4 y que haya un digestivo de guardia, no es más que una coincidencia. Que se trate de una hematemesis y que te llamen para hacer una gastroscopia intraoperatoria sigue siendo coincidencia.

Que hayas empalmado primer turno (sí, en quirófano, intentado mantener viva a la hija del paciente que esta ingresado en una de tus camas) con segundo turno, tras haber conseguido que se le coloque un balón de Sengstaken y ganarle al menos unas horas a la muerte, es coincidencia

Que al menos en tu guardia, el desenlace "fatal" que crees que va a ser, no sea; porque sabes que te irías con muy mal cuerpo a casa, es coincidencia.

Que a pesar de que las noticias no son buenas, podrían ser peores. Que sí, que sabes que está con un pie aquí y otro allí; pero al menos puedes decir a la familia que "está estable" (pura coincidencia). Bendito adjetivo, estable, que dice tanto y tan poco al mismo tiempo.

Que la hija de la que acabas de conseguir estabilizar y nieta del paciente que está en tus camas, esté embarazada y se sincope en medio de la sala de información al lado de los quirófanos, es coincidencia; pero más aún es que casualmente lleves unos guantes en el bolsillo derecho del pijama y le des uno para que respire con él y deje de hiperventilar. 

Que cuando tu compañero, residente de Neumología, entra por la puerta a dejarte los buscas y te llamen por una saturación de 75% de su planta, es coincidencia (No podría haber sido 5 minutos antes, cuando el residente de Neumo era el que llevaba los buscas... Eso hubiese sido suerte

Subir a la habitación, entrar sin leer la historia porque quieres echar un ojo al paciente lo primero de todo y reconocer esa mirada, es coincidencia.

Leer la historia, ver que ya lo estabilizaste una vez en el vital y que firmaste su ingreso, es coincidencia.

Que con seguril, solinitrina, corticoide, extra de oxígeno y una mirada de complicidad puedas subir a la mañana siguiente y te salude con un gesto de complicidad, te de las gracias y te desee "feliz navidad" es coincidencia.

Que hagáis un amigo invisible y tu regalo te lo de alguien especial es coincidencia


¿Y qué es la vida si no, como ya he mencionado en otras ocasiones, un cúmulo de coincidencias y casualidades?...



De lo poco que sé sobre ella te diré que hay que hacer que merezca la pena, que es muy corta y que tienes que vivirla intensamente. 


No te des mal por el futuro ni te castigues por tus elecciones del pasado, a fin de cuentas siempre hay que optar por una cosa u otra, y lo que elijas se verá influenciado por las casualidades que surjan en cada momento.




Acéptate tal y cómo eres. Aunque ahora no te des cuenta eres único, irrepetible, intransferible. Y sí, vales más de lo que jamás habrías imaginado.


Aprende a crear tu propio color. No pienses que todo es negro, pero tampoco de color de rosa. Todo tiene matices, y debes construir tu color.


Aprende a pasar página. Unos van y otros nuevos llegan. Aprende  a mantener en tu historia a unos pocos escogidos que de vez en cuándo te recuerden quién eres en realidad. Serán tu tesoro, tu planta a la que regar cada día. No los descuides.


Sal a la calle. Viaja. Vive en otros lugares. No seas perezoso, no te acostumbres a lo que conoces y enriquécete. Aprende que lo posible que se consigue y lo imposible se intenta. Esfuérzate y haz que cada día merezca la pena.


Escucha, intenta entender las opiniones de los demás y ten la tuya propia.


Fallarás una y otra vez, pero pronto te darás cuenta que después de la tormenta llega la calma y que antes de ver el arco iris tienes que mojarte.


Descubre el aroma de los pequeños detalles, descúbrete a ti mismo.




Ríe, llora y sueña despierto... Pero no te olvides de vivir y poner los pies en el suelo de vez en cuándo.

Equivócate y aprende. Cae al suelo pero vuélvete a levantar.


Estudia, aprende, sé todo lo bueno que puedas llegar a ser. Se la versión mejorada de ti mismo, la 2.0.

Si no te gusta tu trabajo, cambiálo. A fin de cuentas es una de las partes de nuestra vida que más tiempo nos ocupa. Enamórate de lo que hagas.

Nunca es demasiado tarde ni demasiado pronto para ser quién quieras ser. Vive una vida de la que te sientas orgulloso, se el protagonista de la mejor película... Y si crees que algo deberías cambiar, hazlo.



Acuéstate cada día habiendo aprendido algo nuevo. Nunca pierdas la ilusión por hacer que cada día sea extraordinario.

Es posible que no hayas entendido nada de lo que te he dicho, pero no te preocupes. Lo único que realmente quiero decirte que es que estás aquí por casualidad, y aunque pases momentos en que no lo creas, hay muchísimas razones para vivir la vida y no para dejarla pasar.

Sé que llegarás lejos y sabrás ver el lado bueno de las casualidades.












SAL CON UNA CHICA QUE LEE

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“Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.
Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.
Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.
Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.
Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.
Por lo menos tiene que intentarlo.
Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.
Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.
¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela.
Si te llegas a encontrar una chica que lee manténla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.
Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.
Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.
Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.
O mejor aún, a una que escriba.
-Rosemary Uquico-

jueves, 12 de diciembre de 2013

HOY TE TOCA SER FELIZ

No me gusta la Navidad. Nunca me ha gustado, al menos desde que tengo recuerdo. Me pone triste... Sin embargo este año me he propuesto transformar el mes de Diciembre en un mes que me guste, que me haga sentir bien, que sea diferente al resto... He pensado en las cosas que me hacen sentir bien, que me dibujan una sonrisa favoreciendo mucho más que cualquier pintalabios y me cambian de humor.



El frío en mis mejillas. Coger a mi pequeño "4x4" para ir a trabajar. Tener parking lo más cerca posible del hospital. El borreguillo caliente de los guantes. 



Un café por la mañana, sabor avellana; mitad dulce, mitad amargo. Kiwi y su ruido cuando come pipas. Una canción; ésa canción. Una ducha muy muy caliente y que se empañe el espejo. 




Un día especial. Un corte de pelo con Álex. Macarrones gratinados de mamá. Castañas, crujientes y muy calientes. Regalarle a mi abuela su flor favorita, una Anastasia.


Revisar tu correo postal y encontrar una postal de alguien que aprecias muchísimo. Que la que fue tu mejor amiga vuelva de Londres, para quedarse, para volver a tu historia. Un chocolate con churros con amigas, con alguien especial. Un chiste. El ruido de las páginas del periódico al pasarlas. Encontrarte el jardín nevado cuando te asomas por la ventana por la mañana. Un mensaje de alguien especial. 


La noche del 24 de Diciembre de guardia, pero mejor si es con alguien especial (Una pena que este año no esté...) Que tu padre, a pesar de todo te diga "vas a ser una excelente médico". 


Un e-mail con perspectivas de ver un sueño cumplido. Un abrazo. Una caricia. Una sonrisa. Una mirada. Un "muchas gracias". Un guiño. Recuerdos de las noches de verano. Hacer un regalo.



Quitarte las botas de esquiar. Beber agua cuando tienes mucha mucha sed. Cosquillas. Releer cartas viejas. Pensar en alguien con nostalgia. La sobremesa. Estrenar ese vestido que tanto te gusta. Cervezas con amigos. Tapear debajo de casa. Con quién la persona que te completa, en nuestro rincón, el Rincón del Tubo. Un paseo. Ir de la mano. 



Un día en alta mar, sóla con el silencio y el agua. Sin ruidos alrededor. Una fotografía. Un amigo invisible. Que te digan "Lo del argón se te da muy bien" y te llamen "Miss argón". Que ese paciente te agarre de la mano y baste una mirada para entenderos... Que aunque aún no te hayas dado cuenta, él no se va a olvidar de tí, nunca. Que te pare por la calle un desconocido y te de las gracias. 



Fotos antiguas. Una sorpresa. Comerme una Crêppe de chocolate sin remordimientos. Poner la música a todo volumen mientras vas camino del trabajo, así seguro que te despiertas. Un "te quiero", un "te echo de menos" y un "conseguirás lo que te propongas". 



Una película de Woody Allen. Palomitas. Saber que ha sido una noche muy buena y recenar cuando llegas a casa. Pizzas de Alberto, para chuparse los dedos. Una comida con tu R mayor. Un baño en alta mar. Que te toque el trozo más grande de la tarta.


Asomarte por la ventana del despacho y ver la noria a pesar de la niebla. Olor a chocolate. Un beso robado. Poder arreglar los errores que has cometido. Atreverse. Dar el paso. Cambiar aquello que quieres cambiar. Conseguir algo que te hacía mucha ilusión. Ver el comienzo de algo que pensabas que no iba a llegar. 


Recibir una carta escrita a mano. Que te regalen una rosa, amarilla. Sentarte al lado de quién más te apetece en la cena de empresa. Reunión con viejas amigas después de mucho tiempo. Una cena "cardiorresistente". Un Brownie. Saber que este va a ser su año, por fin va a coger la especialidad que quiere. Estar ahí esperándola con un ramo de flores.



 Un video. Hacer el vídeo de tus mayores. Participar en un vídeo de alguien especial. Una llamada. Confesiones de una amiga. Darte cuenta de que algunas de esas personas que se han incorporado hace no mucho a tu historia siguen ahí, no se han marchado y parece que quieren quedarse. Reunión en familia. Una broma de tu hermano. Una cafetería especial acompañada de maíces y 2 cervezas. Las uvas, pero que nadie se atragante (o sí, así practico). Una puesta de sol. Complicidad. Ilusión. Un abrazo muy fuerte. Una copa. Sincerarte, que se sinceren contigo. Escuchar eso que tanta ilusión te hace. Taparte con el plumas hasta la cabeza, cerrar los ojos y soñar. Intentar que tu sueño se haga realidad.